Has seducido a la tierra
hasta preñarla de grano,
para quitar su cosecha
en el momento del parto.
El dinero no lo gastas
porque ya viene gastado,
tú lo único que haces
es el cambiarlo de banco.
Los ahorros que más duran
son los callos de tus manos,
son los únicos que crecen
cuanto más los vas usando.
Siempre vives de la limosna
que ofrece el intermediario,
nunca dás el precio justo
porque siempre esta bajando.
No has logrado hacerte rico,
ni el sueño americano,
así se paga el sacrificio
del trabajador del campo.
Las azañas de tu vida
son los años cotizados
y tus viajes de placer
también son los de trabajo.
El sol ya ha madurado
tus cabellos bien sembrados
y el tiempo los esta segando
hasta convertirlo en un páramo.
No volverás a madrugar
para abrazarte al arado,
la tierra que tanto amas
por fin te ha reclamado.
La gente sólo mirará
el lustre de tus zapatos,
nadie mirará la suela
ni la huella que has dejado.
Demasiada penitencia
para tan poco pecado
y que poca recompensa
para el campesino honrado.